domingo, 30 de enero de 2011

Aquella Hora... - J. De Dios Peza


Iba muriendo la tarde,
¿Te acuerdas, amada mía?
Y dejaba callada en las flores
Sus besos la brisa.

La luna en el horizonte
Melancólica lucía,
Derramando en el cielo sus rayos
De luz blanquecina.

Sonaba esa hora q anuncia
La oración, dulce y tranquila,
Y nosotros hablábamos juntos;
Recuérdalo, niña:

De un amor todo pureza,
De una pasión infinita,
De dos almas ardientes q el mundo
Cruzaban unidas.

¿No sabes q yo te adoro,
Q soy yuya? me decías,
Y en tus ojos azules brillaba
La luz de la dicha.

¿Por q sufres, si mi pecho
Todas tus penas mitiga?
¿Por q sufres, si mi alma es tu alma,
Tus penas las mías?

No quiero mirarte triste:
Ven, y tu frente reclina
En mi seno, do enciende su llama
Pasiòn infinita.

Así dijiste, y entonces,
¿Recuerdas, graciosa niña?
Recliné delirante en tu seno
Mi frente abatida.

Sentí después q tus labios
Con una dulce sonrisa,
En mis labios posándose ardientes,
Me dieron la dicha.

Desde entonces, cuando sufro,
Voy con la frente abatida
A posarme en tu seno un instante;
Y tú, amada mía,

Comprendiendo q te adoro,
Q sólo es tuya mi vida,
Me consuelas, y entonces recuerdo
Hermosa y tranquila

Aquilla hora, aquella tarde,
Aquella luz blanquecina,
Q vió unidas latir nuestras almas
Y creímos eternas niña,

La luz de nuestras miradas,
La paz de nuestras sonrisas.
Las palabras q vierten los labios,
Y la hora de nuestra cita.

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